Qi Gong (Chi Kung)
La postura del árbol
Escribe Carlos Trosman
El Yang Sheng es un conjunto de prácticas ancestrales chinas para la salud. Incluye lo que conocemos como acupuntura, la herboristería, masajes, nutrición, y la gimnasia que actualmente llamamos Qi Gong (se pronuncia Chi Kung).
El Qi Gong, considerado en la antigüedad el «Método para Alimentar la Vida», utiliza las fuerzas cinéticas inconscientes que nos mantienen erguidos, junto con la proyección de estas fuerzas desde nuestro interior hacia la tierra, hacia el cielo y el entorno, y también la proyección de las fuerzas que desde el exterior se dirigen a nuestro interior como resultado de nuestro habitar en el mundo.
Durante la práctica de Qi Gong es muy importante estar atentos a nuestros sentidos, a nuestras sensaciones, a sentir la conexión con la proyección de las fuerzas que expanden nuestro cuerpo y lo hacen parte del entorno y del universo.
Qi (Chi) significa «energía», pero en un sentido integral. No es solamente la parte sutil e intangible. Por el contrario, todo es energía. Tanto el intangible Cielo como la concreta Tierra, tanto el pensamiento como el cuerpo, la respiración como la alimentación.
Gong (Kung) significa «trabajo sostenido en el tiempo», y se refiere a la práctica regular. El ejercicio de la voluntad se realiza en sostener y repetir las posturas innumerables veces hasta poder conjurar ciertas rutinas (tanto del cuerpo como de la mente) y comenzar a percibir el cuerpo y su entorno: a nosotros mismos como UNO que es parte del todo.
Quizás la postura más clásica de Qi Gong sea la que llamamos «Postura del Árbol» (Zhan Zhuang Gong en chino). Es casi infinita la cantidad de cuestiones que trabaja esta postura, y la cantidad de efectos benéficos que tiene su práctica sobre la musculatura externa y la interna, sobre las fascias, la digestión, el metabolismo, la audición, la visión y las patologías circulatorias y articulares. Como en el caso del árbol, esta postura trabaja con «enraizamiento» de los pies, que separados un ancho de hombros, proyectan su fuerza descendente hacia el centro de la tierra, pero elevando un poco los arcos de los pies para captar la energía ascendente de la tierra. Entre las rodillas se infla una pelota imaginaria, que las separa con una leve flexión hacia los bordes externos de los pies, y sobre la que nos sentamos erguidos pero articulando levemente las caderas, para sentir cómo la fuerza de la tierra se transmite hacia arriba elevando el perineo. Esta elevación del perineo le da tonicidad al ombligo, que se retrae sosteniendo el parche abdominal. La proyección de esta fuerza sube por la columna y proyecta la coronilla al cielo, para lo cual retraemos la barbilla. La contrafuerza del cielo es el peso de la cabeza, fuerza descendente que ayuda para que nos sentemos en la esfera imaginaria entre nuestras rodillas, sostenidos por nuestros cuádriceps y las articulaciones de las piernas semiflexionadas, dándoles el efecto de resortes. Mientras tanto, los brazos se elevan abrazando un árbol imaginario frente al pecho. Al apretar el árbol con nuestras manos, el árbol empuja nuestro pecho, que se relaja y se ahueca, sin subir los hombros, dejando que los omóplatos se adelanten, alejándose de la columna para poder abrazar mejor a este árbol. Colocamos la lengua en la raíz de los dientes superiores o en el paladar, para completar un circuito energético entre el Cielo y la Tierra, y nos quedamos respirando concentrados en nuestro centro de gravedad, que está en la línea media de la diagonal que une el ombligo con la punta del cóxis, durante 10 minutos, 20 minutos, 40 minutos, una hora… Ante cada distracción, revisamos los ítems de la postura: arcos de los pies, rodillas semiflexionadas, sentados en una pelota que se infla y empuja el perineo, barbilla recogida, coronilla al cielo, brazos que abrazan un árbol que ahueca el pecho, hombros bajos, lengua al paladar. Sentir las fuerzas ascendentes de la Tierra y descendentes del Cielo. Sostener esta práctica regularmente y aumentando el tiempo cada vez, permite desarrollar la musculatura espinal superficial y profunda, de una forma integral y poderosa. De a poco iremos consiguiendo un tono parejo en la musculatura exterior, que se trasladará como tono parejo a la musculatura interior, que modificará la presión sobre los órganos internos, y mejorará el metabolismo y las funciones vitales. El concurso de nuestra atención como visualización de las diferentes etapas y concentraciones, vuelve nuestra mente solidaria con la integralidad representada por la alineación del pensamiento, la respiración y la postura corporal. La postura de semiflexión, tanto de brazos como de rodillas, favorece el trabajo de las fascias, del sostén interno del cuerpo, que al solidarizarse con la musculatura externa se entrelaza como una única red desde adentro hacia afuera y desde afuera hacia adentro con el entorno, como una trama que no tiene tejedor. Trama o red de la que comenzamos a percibir que formamos parte a partir de sostener la práctica.
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