De lo corporal a lo social
Entre lo corporal y lo social hay múltiples senderos de mutuas transformaciones. Lo social está inscripto en los cuerpos. Lo corporal afecta las relaciones personales, familiares, grupales, sociales… En la edición en papel Nº138 Kiné (agosto-octubre de 2019) recogemos reflexiones y testimonios que dan cuenta de diversos modos de intervención social desde el teatro, el movimiento expresivo, y otras disciplinas corporales. Compartimos aquí algunos fragmentos de los artículos que integran ese informe. Ampliaremos el tema en nuevas entradas.
Transformaciones
Escriben: Mariel Crispino y Patricia Pavón Rico
Las autoras realizan una experiencia de trabajo corporal dentro de la formación en trabajo social que ofrece la Universidad Nacional de La Matanza. Una conjunción de teoría y práctica que crea vasos comunicantes y enriquece ambos espacios. Sintetizamos algunas de sus reflexiones.
¿Cuál es el aporte y el potencial de las prácticas corporales, holísticas y transformadoras, como lo es el Sistema Milderman? En nuestras experiencias con esta disciplina y con el Trabajo Social comprobamos, una vez más, que la danza libre es un espacio de meditación en movimiento donde podemos escuchar al corazón y a todo nuestro Ser.
Cuando exploramos nuevos lenguajes distanciándonos un poco de la palabra, cuando ponemos la cabeza debajo del corazón cambiando nuestras posturas, el cuerpo quiere más; y entonces pide jugar, pide crear y pide abrazar, y esto es lo que hace que ya no seamos les mismes.
Claramente, es un proceso que implica sortear varias capas, diferentes situaciones de conflicto, y lo maravilloso es que cada une define hasta dónde: hasta dónde sube, hasta dónde baja, hasta dónde se instala en un mecanismo, hasta dónde se desplaza, se expande… cada une decide. La facilitadora o el facilitador proponen, pero cada une decide. Y esa posibilidad de decidir también deviene muchas veces en novedad, ya que la capacidad de decidir está vedada en tantos espacios de nuestra cultura.
Podemos así observar que el condicionamiento de “reproducir” (patrones, mecanismos, mandatos, lenguajes expresivos, etc) va dando paso a la libertad de “decidir” para transformar, para cambiar los ritmos, para modificar los puntos de mira, para preguntarse, para crear lo nuevo, para expandir la conciencia del Ser.
Escuchamos al corazón que danza, seguimos sus pulsaciones y reemerge el insistente llamado del latido de la libertad. Ese que conlleva la aceptación e integración de la diversidad. El latido del corazón, que marca un ritmo, y que con tanta frecuencia al unirse al llamado de diferentes músicas y propuestas culturales se une al ritmo de la tierra, posibilitando una nueva conciencia de “unión en la diversidad”, como diría Paulo Freire.
Y ahí, observamos una verdadera transformación social, en sus distintas dimensiones: personal, grupal, organizacional, etc. Cuando estos procesos de liberación trascienden el plano personal y pasamos a compartir este tipo de herramientas con personas (y sus diversidades), con otros grupos, con otras organizaciones, instituciones, y vamos compartiendo la novedad de sentipensarnos de maneras más libres, menos condicionadas, el efecto es verdaderamente multiplicador.
Referencias bibliográficas:
Susana Rivara de Milderman (1980). Mi cuerpo y Yo.
Susana Rivara de Milderman (2000). Hacia el equilibrio entre la Ética y Estética.
Clifford Geertz (2002). Reflexiones filosóficas sobre temas antropológicos. Barcelona: Paidós.
Bruce Lipton (2005). La biología de la creencia.
Prof. Mariel Sabrina Crispino. Coordinadora del Espacio Escuela Movimiento Expresivo – Sistema Milderman. Docente de Formación-Instructorado del Sistema Milderman. Visión aspiracional: holística, transdisciplinaria. [email protected]
Mg. Patricia Pavón Rico. Trabajadora Social – Socio terapeuta holística – Psicodramatista – Practicante de Yoga, Sistema Milderman y otras disciplinas integrativas. Docente e investigadora de la Universidad Nacional de La Matanza. Coordinadora del Centro Dharma (La Matanza). [email protected]
La biopolítica como camino de reflexión y acción en el campo de lo corporal
Escribe Susana Kesselman
En la actualidad considero que el concepto de lo corporal debe incluir la variedad de fenómenos que condicionan la vida en los cuerpos. Mi intención es transitar por esos caminos y abrir límites a otras esferas que habitualmente no aparecen ligadas a un concepto clásico de lo corporal construido desde la anatomía y la psicología.
Me refiero en particular al ámbito de lo político, de lo social y en estos tiempos de la virtualidad, para nada separado de lo que considero político y social. Desde hace un tiempo agrupé algunos de estos temas con el nombre de Biopolítica en lo corporal, inspirada en Michel Foucault y por esta razón varias de mis notas en esta revista tienen ese nombre como título o subtítulo.
A las lecturas de los comienzos se fueron incorporando las de algunos filósofos; el fundamental fue Gilles Deleuze, que interrogó mi marco conceptual y en consecuencia influyó en mi práctica. No se pueden separar estas lecturas de mis modos de trabajo. También Félix Guattari y Giorgio Agamben por nombrar algunos que aportaron a mi práctica.
Creo que es sesgada una práctica que no considere en lo corporal cuestiones vinculadas a la vida social y política. Los cuerpos se mueven, respiran, se enferman y se curan en un ámbito social dado. Por supuesto no dejo de lado consideraciones sobre lo personal y lo familiar, pero…
Una práctica independiente de los contextos sociales y políticos de su tiempo, es ciega a los valores que los cuerpos encarnan. El histórico social se nota, se trasmite en los modos de moverse, de articularse, de actuar y de pensarse, que llevan a aislamientos, a fragmentaciones entre el yo y el nosotros.
Conciencia corporal en el camino de un cambio
La conciencia corporal es un camino que nos habilita cambios que a veces no alcanzamos a dimensionar. Es una forma de observarse en las maneras de vivir el (y en el) cuerpo, que abarca también las formas de sentir, de afectarse, de pensar. Es preciso observarse en esa potencia, estar atentos a los posibles que cada uno tiene en sus cuerpos y que a veces están adormecidos en un antiguo trajinar de la vida.
Magdalenas, teatro de las oprimidas
Escribe Celeste Choclin
Dramatizar opresiones de género, con el cuerpo como punto de partida y un claro objetivo: constituirse desde medios estéticos en un espacio político hacia la construcción de una sociedad feminista.
El miedo paraliza, el dolor sobrecoje y ello se advierte en cuerpos apagados, encorvados, anudados… ¿qué pasa si empezamos por destrabar el cuerpo? ¿qué sucede si dramatizamos ese dolor y luego su liberación? “El teatro puede ser un ensayo para la revolución”, decía Augusto Boal y algo de ello se pone en marcha en los Laboratorios Magdalenas.
Teatro de las Oprimidas, un modo teatral que se propone explorar desde el terreno sensible para expresar en el teatro, en la calle y sumar a ese grito feminista que ha comenzado para no parar.
En distintos números de Kiné hemos reflexionado sobre la desconexión con el entorno, el individualismo. Pero también hemos ponderado el desarrollo de expresiones artísticas de carácter colectivo que guardan otras lógicas, que proponen dinámicas diferentes, otros modos de hacer y que desde ese lugar se constituyen como alternativas a un orden que se autoproclama como obligatorio. En ese marco también nos dedicamos a pensar la revolución feminista y el crecimiento de la marea verde. Un movimiento donde ideas como la sororidad, la lucha colectiva y la necesidad de intervenir no sólo desde los discursos sino a partir de poner el cuerpo se constituyen como pilares imprescindibles. En esta ocasión nos dedicaremos a abordar una expresión que desde el teatro se propone constituir como espacio de búsqueda, exploración sensible, contención afectiva, expresión artística y compromiso social. Un modo teatral que entiende que la dramatización debe intervenir en la sociedad y para ello ha desarrollado una metodología de trabajo, basada en las principales concepciones de lo que se conoce como Teatro del Oprimido.
Intervenir desde el teatro
Creado por Augusto Boal, el Teatro del Oprimido intenta encontrar a través de la dramatización soluciones posibles a problemas cotidianos de los “oprimidos”. Boal trabajó junto al pedagogo Paulo Freire, formó parte del Teatro Arena en Brasil en los años 60, un grupo de teatro militante con un importante compromiso político. Con la dictadura en ese país migró hacia Argentina, luego se exilió en Europa y retornó en 1986 a Río de Janeiro para crear el Centro de Teatro del Oprimido de Río de Janeiro (CTO- Río). En las experiencias transitadas en esos años fue desarrollando este modo teatral que se propone dramatizar las situaciones de opresión, y que quienes protagonicen la escena dramática sean los mismos grupos oprimidos. Señala Boal en uno de sus más conocidos escritos, El Teatro del Oprimido: “El Teatro del Oprimido tiene dos principios fundamentales: en primer lugar transformar al espectador –ser pasivo, receptivo, depositario– en protagonista de una acción dramática sujeto, creador, transformador; en segundo lugar tratar de no contentarse con reflexionar sobre el pasado, sino preparar para el futuro”.
De esta manera, lejos de producir la catarsis en un momento determinado, el propósito de estas técnicas es atravesar la experiencia artística para estimular la transformación social. Y para que ello ocurra, su práctica no debe ser un acto aislado sino que es necesaria la tarea de multiplicación, que sean muchos los que pasen por esta experiencia que no solicita capacidades: “La actividad artística es natural en todos los hombres y en todas las mujeres. Lo que nos limita y reduce en nuestra capacidad de expresión son las represiones que padecemos por nuestra ´educación´. Los niños bailan, cantan y pintan. Luego la familia, la escuela, el trabajo los reprimen y acaban por convencerlos de que no son ni bailarines, ni cantantes, ni pintores. Sin embargo, debemos aceptar que todos los hombres son capaces de hacer todo lo que un hombre es capaz de hacer…Todos pueden hacer teatro, inclusive los actores”, sostiene Boal con ironía.
Opresiones de género
Hacia 2010, nacía en Brasil el primer Laboratorio Magdalenas Teatro de las Oprimidas a cargo de Bárbara Santos del Centro de Teatro del Oprimido de Río de Janeiro (CTO Río) y Alessandra Vannucci directora teatral italiana.
Los Laboratorios Magdalenas son espacios sólo para mujeres donde se procura generar marcos de confianza para plantear problemáticas acalladas.
No se trata de una terapia individual, sino que el objetivo es problematizar las opresiones que históricamente se fueron configurando y analizar cómo estos modelos aparecen en las propias oprimidas.
La idea fue generar un espacio de exploración, por eso hablan de la creación de un laboratorio donde se plantean determinados interrogantes: ¿Qué modelos ancestrales aún hoy influyen a la mujer moderna? ¿Qué contextos sociales condicionan el cuerpo de ser mujer? ¿Qué lugares ocupamos y cuáles queremos ocupar? ¿Qué expectativas, qué sueños tenemos? ¿Qué alternativas nos proponemos? Para el trabajo en el laboratorio utilizan la expresión plástica, la literatura, la danza sumada a las técnicas de Teatro Foro, Teatro Imagen, Teatro Periodístico. A partir de lo cual se crean dibujos, collages, poemas, canciones y una pieza teatral.
De la introspección a la acción dramática
Los laboratorios están configurados en cuatro partes o actos estéticos como los llaman sus creadoras, los tres primeros de carácter intimista: el primero, como señalamos, consiste en la investigación sobre imágenes ancestrales femeninas; luego la exploración sobre las representaciones reforzadas por cada sociedad; posteriormente el trabajo sobre los modelos en los que cada una se reconoce y los deseos. El último acto se trata de la realización de una pieza teatral y la intervención artística en el espacio público.
Tanto el trabajo interno de laboratorio, su estética, como su posicionamiento político configuran una identidad Magdalenas. Un modo de pertenecer donde el arte es inseparable del posicionamiento ideológico, donde la crítica al machismo se torna una postura política. Una forma de protesta donde las ideas, el cuerpo y la expresión dramática van de la mano.
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