Sistema Río Abierto
Escribe Gabriela Segade
La práctica del Sistema Río Abierto propone múltiples elasticidades. El movimiento vital expresivo estimula nuestra capacidad de plegarnos y desplegarnos.
Uno de los elementos que configuran la estructura y proceso vital del Universo, es el juego de dualidades al que está sometida la naturaleza. La expresión de la Unidad se manifiesta a través de una innumerable gama de opuestos: activa-pasiva, masculina-femenina, expansiva-receptiva, oscura-luminosa, contracción-relajación (por nombrar algunas) que se combinan y armonizan en una danza vital.
Nuestro cuerpo, universo en sí mismo, acciona desde los mismos elementos.
En nuestra vida cotidiana, tan llena de obligaciones y estímulos, una gran polaridad está dada por la relación entre: el afuera y el adentro y vinculado con esto, el plegarse o desplegarse.
En Río Abierto, con la práctica del sistema, buscamos reconectar con la elasticidad necesaria para que suceda ese devenir entre el pliegue (hacia dentro) y el despliegue (hacia fuera), pasando y vivenciando la amplia gama de estados intermedios.
En las clases de Movimiento Vital Expresivo generamos los estímulos necesarios para esa percepción. Trabajamos en círculo (todos nos podemos ver), con música, y bajo la guía de un instructor. El tipo de movimiento que desarrolla el sistema es de una gran alegría, la alegría de la vitalidad. Se transitan diferentes espacios que nos permiten generar energía, desplegarla hacia afuera y con los otros, y un momento de concientización para volver al eje y a uno mismo.
Los músculos tienen mucho que ver con la vitalidad del organismo. Vamos de la contracción a la relajación muscular para que el movimiento ocurra. Por eso el tono muscular y su elasticidad son fundamentales para que los músculos entren en acción y luego descansen y recuperen su energía.
Y dado que somos inteligencias orgánicas -cuerpo, mente y espíritu-, en nuestras emociones y en nuestro psiquismo, encontramos los mismos tonos que en nuestra musculatura. Dar a los músculos la elasticidad necesaria para que se desplieguen y se contraigan, nos acerca a un equilibrio integral que posibilita un contacto con los aspectos más esenciales de nosotros. Permitiéndonos el resonar con nuestro centro para mí y desde ahí, para con los otros.
Las clases de movimiento vital expresivo son un camino que puede comenzar en el territorio muscular y desde ahí ir abriendo el espacio para estar cada vez más elásticos, más presentes y más conscientes en el mundo que habitamos.
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